El segundo volumen de su preciada colección estaba formado por todos los CDs que nunca se atrevió a regalarle. Hubiera preferido grabarlos en cinta. El diseño cara A / cara B le parecía mucho más romántico, pero debía ser el único que conservaba un aparato para reproducirlas.
El primer volumen estaba repleto de fotos, desde todos los ángulos posibles. O casi todos, ninguna de frente.
El tercer volumen no era un archivador, aunque le hubiera gustado que también lo fuera, por aquello del sentido estético. Era una caja que simula un libro. Un formato mucho más apropiado para conservar sus cabellos.