«Hasta la próxima luna llena» ha sido su despedida esta vez. Mi pobre Juan, poeta frustado y profesor de lengua jubilado, lleva meses con la costumbre de marcharse diciendo frases ingeniosas. Al principio eran más fantasiosas e inverosímiles: “hasta que los sapos bailen flamenco”, “hasta ayer”, “hasta que lluevan diamantes”… Pero con esta última estamos expectantes, no sabemos si ha sido un adiós literal. Yo llevo tres días pendiente del cielo y estudiando las fases de la luna. Roberto, sin embargo, dice que deje de perder el tiempo y que lo deje salir ya del armario, que en paños menores empieza a sentir frío.
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