Dicen que la primera impresión sobre alguien se forma en los primeros siete segundos.
Según tu velocidad de lectura y el tiempo que hayas dedicado a interpretar el título, seguramente, por mi forma de escribir ya estés imaginando mi personalidad. Y muy probablemente comparándola con la tuya: ¿seré tan perfeccionista como tú? ¿Cuántas veces habré borrado y reescrito estas líneas? ¿Podría haber utilizado verbos más cultos? ¿Tengo un lenguaje apropiado para mi edad? Porque… ¿cuántos años tengo? Y tú… ¿cuántos años tienes? ¿Cómo te llamas? ¿Cuántas veces has leído ya esta hoja? ¿Cuántas la volverás a leer? ¿Qué otros recursos inventaré para parar el tiempo, para no perderte, para forzar a tu memoria a que recuerdes quién eres y quién soy?
¿Cuánto tiempo nos queda para que yo te escriba, tú me leas, me veas y no me olvides?