“Qué gusto da verlo todo recogido” dice Mamá desde la esquina del salón. Observa con satisfacción lo fácil que resulta ordenar desde que tiene pocas cosas. “Bendito minimalismo” la oímos susurrar. La semana minimalista. La semana pasada le dio por los tapices de macramé y la anterior por el realfooding, para lo cual pasaba horas en el mercado seleccionando los alimentos más frescos. Aunque cocinaba solo para ella. Nosotros hace tiempo que ya no comemos por más que lloramos desde la cuna. Más o menos desde la semana en la que leyó aquel libro sobre desapego.
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