La culpa la tuvo aquel restaurante moderno donde celebraron su jubilación. Más concretamente su postre: «Trampantojo de tierra húmeda» se llamaba. Venía acompañado de un pequeño rastrillo para ir descubriendo bombones entre deliciosa galleta molida.

Aquello le trajo demasiados recuerdos. Ansia por revivir.

Desde ese día, ella, capaz de dar charlas en las mejores universidades de arqueología, es incapaz de resistirse a la tentación de desenterrar todo lo que pone en el plato: almejas entre granos de paella, el jamón debajo de los guisantes, las pasas en el cus cus…

En casa no supone un problema: lava meticulosamente las herramientas tras cada comida y las devuelve con esmero a su balda.

Pero esta noche tiene una cita… Y una brocha de colorete en el bolso…

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