Después de aparecer en los primeros dibujos de todos los niños, de vestirme de un sinfín de colores, incluidos los de la primavera; de lavarme la cara todas las mañanas, de servir de pizarra a tantos enamorados, y de tatuar los años pasados sobre mi piel… me pregunto:

¿Habrá merecido la pena entregarse a este trozo de papel?

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