Recorro su cabecita con mis membranosas manos. Por suerte mi hermanito no ha nacido con este problema en las extremidades. Tampoco con estas orejas de soplillo.
Todos dicen que es un bebé muy guapo, que es igualito a Javier, el nuevo novio de mamá.
Yo no sé a quién me parezco. A juzgar por lo que une mis dedos quizá esté emparentado con aquella mujer a la que papá veía tanto antes del divorcio. Al menos mamá siempre se refería a ella como “esa lagarta”.