“Lo siento cariño, pero no puedo quedarme a la función, creo que he cogido gripe. Te lo recompensaré con una escapada a París. Prometido”
No sabe qué le da más rabia, su ausencia o su propuesta. Odia París. Debería saberlo. La visita a Disneyland cuando tenía 14 años la dejó traumatizada. El viaje le pilló demasiado mayor, pero “había que esperar a que su hermana tuviera edad suficiente para enterarse de algo”… A ella le encantó, claro. No quería salir del castillo de la Bella Durmiente ni perder la oportunidad de hacerse fotos con la señora de gesto forzado que lucía un vestido demasiado bien planchado para acabar de despertarse de un sueño de cien años.
Ahora es ella quien va a representar ese cuento. Sonríe pensando en las paradojas que tiene la vida. Pero la sonrisa desaparece cuando recuerda que su hermana le ha puesto la misma excusa para perderse su debut.